Son un residuo contaminante, formado de acetato de celulosa y derivados del petróleo, y pueden tardar años en descomponerse.
Según un estudio de Greenpeace, el 50% del contenido de alquitrán del cigarro se queda en los filtros, que en el medio ambiente generan sustancias cancerígenas.
En España, se ha puesto en marcha un sistema para reutilizar las colillas como abono natural para la agricultura.
Millones de colillas de cigarros se esparcen por las aceras o, peor aún, por parques y playas. Esos escuetos filtros, de apariencia inocua, son un residuo contaminante porque están formados de acetato de celulosa, derivados del petróleo, no biodegradables, y pueden tardar años en descomponerse.
Sus efectos han sido estudiados principalmente sobre la salud humana, sin embargo, no es menos perjudicial para el medio ambiente, porque también las colillas contienen toxinas peligrosas, después de haber sido utilizadas.
La mayoría de los filtros están hechos de un plástico, acetato de celulosa. Las fibras elaboradas de este plástico son más delgadas que el hilo y se aprietan firmemente para formar el filtro que a menudo parece algodón.
Según la investigadora del Instituto Nacional de Toxicología de Madrid, Carmen Larrocha «se ha demostrado que, en caso de su ingestión, los filtros por sí solos no son tóxicos para la salud humana».
La producción de un filtro de cigarrillo tarda meses, requiere mucha mano de obra, aunque en cinco minutos se fuma el cigarro y se tira la colilla. Pero su carga de residuos permanece durante muchos años en el agua y genera alfombras de deshechos en los océanos del mundo.
En un estudio realizado por Greenpeace y publicado en ‘Greenpeace Magazine, de Alemania, el jefe de análisis químico inorgánico del Instituto de Química y Biología de la Marina, de la Universidad de Oldenburg, Bernhard Schnetger, señala que «hasta el momento hay poca evidencia sobre la cantidad exacta de toxinas y metales pesados que pasan a través del filtro del cigarrillo al mar».
Según el estudio, alrededor del 50% del contenido de alquitrán del cigarro permanece en los filtros, que en el medio ambiente generan sustancias cancerígenas, como hidrocarburos, nicotina, arsénico y metales pesados. Estas sustancias van a parar al mar, donde «terminan potencialmente como un filete de atún en nuestros platos».
Los cigarrillos y sus filtros también forman parte de la basura de las playas y costas mundiales y, actualmente, según un informe de la ONU sobre Lucha Antitabáquica, publicado en 2010, cada año se arrojan en todo el planeta 5 billones de colillas, que acaban en los mares y ríos, y añade que «una colilla de cigarro contamina hasta 50 litros de agua».
En San Diego University (EE.UU) se realizó en 2009 un experimento con pulgas de agua, donde el 100% de estos animales murieron al cabo de 48 horas después de que fueran expuestos a una concentración de dos filtros de cigarrillos por litro de agua.